Mazatlán es un lugar precioso, por eso, José Alfredo Jiménez escribió una canción que habla de su gente y su calidez. El Corrido de Mazatlán es conocido por locales y foráneos, cada que se escucha en alguna pulmonía sobre el malecón, en las fiestas o en algún recital, los mazatlecos se vuelven locos de orgullo y la cantan a todo pulmón, pero nadie sabe el verdadero significado del Corrido de Mazatlán hasta que vamos a vivir lejos del puerto.
Porque ¿Cómo olvidar a todas aquellas amables personas que se robaron un pedacito de nuestra vida y nuestro corazón? ¿Cómo no extrañar las tardes de ejercicio por el malecón? ¿Cómo olvidarse del exquisito sabor de sus mariscos? ¿Cómo borrarse de la mente aquellos preciosos atardeceres al lado de la persona más especial? ¿De qué manera se olvidan esos días de calor en una fresca playa? ¿Cómo olvidar una relajada tarde en la Machado platicando con los amigos?
Mazatlán es irremplazable, no hay semejante. Las personas que se han ido a vivir unos cuantos kilómetros lejos ahora lo saben bien, y entonces, escuchar el Corrido de Mazatlán en algún bar, evento, la calle o en casa, les hace erizar la piel y vibrar hasta las entrañas, porque realmente en ese lugar hasta un pobre se siente millonario.
Todos aquellos patasalada de corazón que están lejos, añoran regresar, porque como dice la canción “que bonita es su Catedral”, pero esa gente sabe que no sólo es bonita, es majestuosa. El Paseo del Centenario no es bonito, es maravilloso. Su gente es cálida y apapachadora, siempre habrá alguien para ayudarte, siempre habrá alguien que te salude o te eche la platicada aunque sea un desconocido.
Mazatlán es inolvidable, por sus amores, sus atardeceres, sus fiestas, su gente, su mar, su música, su carnaval y todos aquellos significativos lugares que viven en alguna parte de nuestra mente y nuestro corazón. Es por eso, que escuchar el Corrido de Mazatlán, estando lejos del puerto, llena de nostalgia y sentimiento nuestras mentes.
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